Un joven de la ciudad se fue al campo y le compró un burro a un viejo campesino por 100 dólares.
El anciano acordó entregarle el animal al día siguiente, pero cuando fue a retirarlo, el campesino le dijo:-Lo siento, hijo, pero tengo malas noticias. El burro murió.
-Bueno, entonces, devuélvame mi dinero.-No puedo, lo he gastado ya.
-Bien, da igual, entrégueme el burro.
-Y ¿para qué? ¿qué va a hacer con él?
-Lo voy a rifar.-¡Estás loco! ¿Cómo vas a rifar un burro muerto?
-Es que no voy a decir a nadie que está muerto, por supuesto.
Un mes después de este suceso se volvieron a encontrar el viejo vendedor y el joven comprador.
-¿Qué pasó con el burro?
-Lo rifé. Vendí 500 papeletas a 2 dólares y gané 998 dólares.
-¡¡¿Y nadie se quejó?!!
-Sólo el ganador, pero a él le devolví sus 2 dolares.
Moraleja: La creatividad aporta oportunidades
La verdad que esta historia me recordó la estafa realizada por los ejecutivos de la Polar en Chile. Se maneja información reservada, se omite entregar toda la información, hay poca transparencia, a costa de los pobres ingenuos se obtiene ganancias desmesuradas, y todo el negocio huele a cadáver descompuesto.
En ningún caso estoy contra la creatividad, pero, ésta se debe someter a un principio fundamental que es de la ética y el buen proceder.
Muy de acuerdo